Nuestra estancia en el Hotel Santa Monica Proper: Arquitectura y estilo antes del Burning Man

Antes de adentrarnos en el desierto para vivir el Burning Man, decidimos hacer una parada estratégica en uno de los lugares más elegantes de Los Ángeles: el Santa Monica Proper Hotel. Esta joya arquitectónica no sólo nos ofreció un descanso muy necesario, sino que también nos dejó maravillados por su excepcional diseño, donde la arquitectura histórica se funde con la modernidad, creando un ambiente único.

Un hotel con historia y visión

El Santa Monica Proper Hotel es un homenaje a la mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Situado en el corazón de Santa Mónica, este hotel combina un edificio histórico de 1920 con una nueva estructura contemporánea en una obra maestra del diseño del aclamado arquitecto Howard Laks. Laks recibió el encargo de renovar el edificio original, antiguo Santa Monica Professional Building, respetando su patrimonio y añadiendo al mismo tiempo una nueva ala moderna que complementa a la perfección el estilo histórico.

La elegancia de la fachada del edificio original, con sus arcos, detalles ornamentados y encanto de principios del siglo XX, contrasta armoniosamente con la nueva ala, de líneas limpias y estructura ondulada. Esta combinación de lo clásico y lo contemporáneo es lo que define el Santa Monica Proper y lo convierte en un espacio tan especial.

El toque de Kelly Wearstler: Interiorismo de ensueño

Aunque la arquitectura del Laks ya es impresionante por sí sola, el diseño interior de la icónica Kelly Wearstler es lo que realmente eleva la experiencia dentro del hotel. Conocida por su estilo ecléctico y sus atrevidas combinaciones de texturas, Wearstler consigue crear una atmósfera cálida y envolvente que refleja tanto el espíritu costero de Santa Mónica como la sofisticación cosmopolita que cabe esperar en un lugar de este nivel.

El interior del hotel está repleto de materiales naturales como la madera, la piedra y el mármol, que se entrelazan con suaves tejidos y elementos decorativos únicos. Cada espacio, desde el vestíbulo hasta las habitaciones, parece diseñado para inspirar tranquilidad y creatividad, con una paleta de colores neutros y tonos tierra que se complementan a la perfección con la luz natural que inunda cada rincón.

Nuestra habitación era un ejemplo perfecto de esta armonía de estilos: grandes ventanales que dejaban entrar la brisa del Pacífico, muebles modernos y detalles artesanales que añadían carácter a la decoración. El diseño de Kelly Wearstler quedaba patente en cada elección, desde las formas orgánicas de las lámparas hasta los detalles de cuero y lino que invitaban a relajarse sin perder elegancia.

Un santuario visual y sensorial

Además de las habitaciones, el hotel cuenta con varios espacios comunes que invitan a la relajación y la contemplación. La azotea del Santa Monica Proper, con una piscina infinita y espectaculares vistas del océano, fue sin duda uno de los puntos culminantes de nuestra estancia. Aquí, el diseño sigue siendo clave: el mobiliario moderno y confortable se mezcla con la vegetación local, creando un espacio que parece una extensión natural del entorno costero.

También aprovechamos para disfrutar de una cena en Calabra, el restaurante de la azotea del hotel, donde diseño y gastronomía se unen en perfecta armonía. La cocina mediterránea se sirve en un entorno que respeta la estética minimalista pero cálida que define al hotel, con vistas a la puesta de sol que convierten cualquier comida en una experiencia sensorial inolvidable.



Josep Plana Nadal